Óle, óle y óle
POR ALEX BARBERO
Es cada vez más difícil evitar que la euforia se dispare por los aires cuando tenemos unos jugadores que son las armas más destructivas en el mundo del fútbol. Apenas ya recordamos lo que es sucumbir ante un contrario, tirarnos de los pelos debido a la desesperación, cambiar de canal por el mal juego de La Roja o derramar lágrimas de sangre al suelo al caer eliminados. Eso ya pasó a la historia. España se ha convertido en la referente del mundo, en la Selección que sirve de espejo para todas las demás. Se ha transformado de una selección aspirante y propicia a las derrotas, a un equipo unitario, temido, respetado y carente de dudas, que lleva a la ilusión por bandera y al buen juego como tarjeta de bienvenida.
Su 6-0 a Polonia rubrica a la selección como la máxima favorita a conseguir el título mundialista. Parece que todo está a nuestro alcance gracias al espectáculo que ofrecen tanta maravilla dentro del terreno de juego. Se puede ser bueno, pero la selección es mejor.
Todos estamos impacientes a que el balón empiece a rodar para poder demostrar de que pasta está hecha la nueva España. Una España que abandona la furia como sistema de juego, dejándola aparte hasta que llegue el momento de dar el golpe de gracia en alguna cita seria. En la final del Mundial por ejemplo. Los cimientos sobre los que se sostiene la historia mundialista pueden temblar al ver encumbrarse a España como la mejor selección del mundo.
Brasil se tambaleará en su trono de Joga Bonito, ya que la sucesora será España. Los chavales en el colegio ya no se piden Ronaldinho, Ronaldo o Robinho para las pachangas en el recreo, sino que se escucha ya cada vez con más fuerza como se pelean por pedirse a Xavi, a Iniesta, a Torres, a Villa o a Silva. Somos el referente mundial. Ningún amante del deporte cuestiona la superioridad de los Españoles a la hora de disputar un encuentro de fútbol.
Por ello es hora de dejar de tener miedo a las grandes citas, es hora de olvidar la mala suerte, de despejar de nuestra mente imágenes como las de Tassotti o el Mundial de Corea, ya basta de caer en cuartos, de eliminarnos por penalties, se acabó el ir de víctimas esperando a que la suerte se ponga de nuestro lado, una suerte que nos abandonó en grandes citas y que sin ella logramos una Eurocopa. Debemos marginar el sentimiento derrotista, aplastar los malos augurios, rechazar la terrible historia mundialista, aplacar con fuerza las maldiciones y romper con los pronósticos.
Es el momento en el que España debe salir rugiendo, con garra y fuerza, llevándose a sus rivales de por medio abatiéndoles sin piedad. Debemos alentar con toda nuestra alma a un equipo que representa no sólo a un país entero, sino a un sentimiento de unidad patente en el deporte. Ha que gritar más que nunca, apoyar más fuerte que los rivales, animar hasta desfallecer. Y una vez conseguido el éxito, celebrar la mayor victoria del deporte español. Hay que tener fe, por que sin duda, este es el año en el que hay que soñar. ¡¡¡PODEMOS!!!
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